miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sin sentido, sin esfuerzo, solo escrito.

En la misma noche, oscura, fría, sin estrellas, ni luna, ni guía.
En la profunda noche, cuando aún estaba dolida. Porque aún duele.
En la misera noche, apareciste.
Cuanto le sigo queriendo y cuanto me ayudaste a permanecer bien, sin recordar, sin pensar.
¡Y todo sin tú saberlo!. 
Sólo con ese abrazo en aquel encuentro casual, por que ojalá fuese del destino, ya conectaste y a causa de eso vino lo que ahora perdí. 
Trajiste la cesta con una nueva ilusión, una escalera para salir del pozo y unos cuantos dulces de abrazos y esperanzas. Pero la cogí sin preguntar pensando que era para mí y no, me quedé con lo mismo de atrás. Con la amargura de pensar en quien hace poco pensé en amar hasta que no hubiera más donde buscar. Y ahora, por mucha Oda a la alegría que oiga nada me quita el pensar que he sido tonta.
Esto es lo bonito del vivir se supone, sentir. Sentir y equivocarse. O acertar. A veces pienso que fue el karma que me la volvió a jugar.
Te perdí, le perdí, me encontré en aquel lugar del que hasta hace poco estaba, conseguí salir, y ahora...Bueno ya sabemos qué es el ahora.

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