En la profunda noche, cuando aún estaba dolida. Porque aún duele.
En la misera noche, apareciste.
Cuanto le sigo queriendo y cuanto me ayudaste a permanecer bien, sin recordar, sin pensar.
¡Y todo sin tú saberlo!.
Sólo con ese abrazo en aquel encuentro casual, por que ojalá fuese del destino, ya conectaste y a causa de eso vino lo que ahora perdí.
Trajiste la cesta con una nueva ilusión, una escalera para salir del pozo y unos cuantos dulces de abrazos y esperanzas. Pero la cogí sin preguntar pensando que era para mí y no, me quedé con lo mismo de atrás. Con la amargura de pensar en quien hace poco pensé en amar hasta que no hubiera más donde buscar. Y ahora, por mucha Oda a la alegría que oiga nada me quita el pensar que he sido tonta.
Esto es lo bonito del vivir se supone, sentir. Sentir y equivocarse. O acertar. A veces pienso que fue el karma que me la volvió a jugar.
Te perdí, le perdí, me encontré en aquel lugar del que hasta hace poco estaba, conseguí salir, y ahora...Bueno ya sabemos qué es el ahora.